Mariano Martínez Vallés

Data: 21/07/1926

Font: hemeroteca.mundodeportivo.com

Autor: Juan Fontanet 

Text:
Mariano Martínez Vallés
(por Juan fontanet)

Seguramente no serán muchos los lectores que, al pasar sus ojos por estos nombre y apellidos hayan reconocido en ellos al exterior derecho del equipo sansense. Le hubiésemos añadido el remoquete de "Rini" con que es conocido v generalmente llamado y todos hubieran visto en seguida que nuestro biografiado de hoy es el popular jugador.
Afortunadamente va perdiéndose la costumbre de ponerles motes a los jugadores. Porque hubo un tiempo, y de ello no hace muchos años, en que corrimos en futbol un grave peligro. Estábamos abocados a una estúpida imitación taurina por lo que a los actores del deporte futbolístico se refiere. A los "Niños" y "Morenitos" y demás "itos" con que la mayor parte de gente de coleta tiene el mal gusto de acompañar sus nombres y apellidos, se añadió una especial predilección por parte de cierto sector de público y prensa que le hizo el "coro", de nombrar a los jugadores por los apodos de más o menos buen gusto porque eran conocidos, en el círculo de sus amistades, sin comprender que con ello se caía en una burda imitación del vicio de la gente de toros.
Aparte los de fuera de Cataluña, aquí se le llamaba a Vilar, "Quica", a Pellicé, "Ninus", a los hermanos Tejedor, "Marrans", por no citar más, y se les sigue llamando todavía "Rini" a Martínez y "Lakatos" a Landazábal. Todo ello, como véis, de muy mal gusto. Yo hui siempre de ese vicio. Tuve un gran empeño en llamar a los jugadores por sus apellidos, del mismo modo que nunca fui partidario de llamarles por sus nombres propios, considerando que la popularidad de un artista, la valía de un literato o el prestigio de un hombre de ciencia no ha de hacernos caer nunca en la ridiculez de nombrarles por sus nombres propios. Yo no escribiré nunca por ejemplo, de Borrás: "Enrique ha hecho un "Abuelo" portentoso": ni de Zuloaga: "Ignacio, en esta exposición ha dado una nueva muestra de su valer", ni de Ramón y Cajal, en fin: "Santiago sigue sus interesantes estudios biológicos de lo que próixmamente daremos noticias".
¿Por qué ese empeño absurdo de ponerle motes a la gente? Y, cuando no, de nombrarles, en un alarde de familiaridad que no casa con la seriedad con que debe de ser ejercida la critica, así: Pauling ha hecho tal cosa, o Pedro tal otra? Debemos huir de esto. Es cuestión de gusto, de buen gusto. Porque debemos convencer a la gente de que el apellido de apariencia más vulgar, puede, si el que lo lleva sobresale en la especialidad a que dedique sus actividades, lograr extraordinario renombre. Benito Pérez Galdós, por ejemplo, didia bien poca cosa en sus comienzos de escritor; pero una vez el glorioso hombre de letras publicó sus "Episodios Nacionales" y sus "Novelas Contemporáneas", ya no hay español que no pronuncie con respeto y admiración su nombre.
Hecha esta digresión, cuya laboriosidad mis lectores perdonarán en gracia a la buena intención que la ha inspirado y quiera Dios que de algo sirva!, vamos a comentar el juego de Martínez, ese equipier de estilo extraño y personalísimo que tiene en sus filas la "Unió Esportiva de Sans".
Recuerdo que la primera vez que vi jugar a Mariano Martinez me produjo una impresión tan rara, que durante un buen rato no supe qué hacer: si reírme o ponerme muy serio. Me pareció un, jugador muy divertido. Desgarbado, zancudo, tostado por el sol, con cara chica, ojos pequeños y vivos, patizambo, de pecho hundido y espalda cargada, no era ni asomo un tipo de atleta, más bien la antítesis del atleta.
Pero empezó el partido, un partido muy fuerte, muy duro, disputado con alma, tesón y coraje y me fuí poniendo serio. Ya no me reía. Aquel jugador concentraba toda mi atención. Le seguí, curioso, cuantos movimientos hacía. Y en más, de una ocasión hube de maravillarme al ver cuán peligroso era para el equipo contrario, cuyos componentes le marcaban con especial cuidado, estrechamente, conocedores, sin duda, de su valía.
A partir de entonces he visto mucho, muchísimo a Mariano Martínez. Y nunca más me he reído "a priori" de la facha de un jugador para juzgarle como tal. Pero yo no he visto jamás un jugador a la manera de Martínez. Ni de aquí ni de fuera. La sobriedad de Piera, la movilidad de Pellicé, contrastan extraordinariamente con el personalísimo estilo del jugador sansense. Veamos, por ejemplo, una de sus jugadas más características: Un pase a media altura del centro medio o de su interior, acostumbra Martínez recibirlo en el pecho, saltando y abriendo al mismo tiempo piernas y brazos de tal suerte, que dan la impresión de unas aspas de molino Y viene entonces una carrera vertiginosa, desenfrenada, desconcertante, en zigs-zags extraños, con rebotes del balón en las piernas del jugador que lo marca o en las suyas propias, medio tropezando... pero ay! del equipo que no acierte a cortarle esos avances. Martínez sabe internarse y shootar a gol como pocos exteriores o mandar un buen pase atrás a su interior o centrar largo y abierto, sin ventaja para el portero.
Martínez es, pues, un exterior peligroso. Es al mismo tiempo, un jugador útil a un equipo, pues a veces le hemos visto cubrir con mucha discreción, en el transcurso de un partido y por necesidades del equipo, el puesto de interior o de centro delantero. Martínez no es, ni creemos que lo haya pretendido nunca un artitsa del futbol. Se le debe clasificar más bien en el grupo de los voluntariosos, de los incansables, de los desinteresados, que con todas estas excelentes cualidades suplen algunos defectos considerables.
Martínez es un hombre serio, modesto, sencillo. Tiene el buen gusto de no formar en peñas ni reuniones en que los desocupados sueltan la lengua y a falta de mayores ocupaciones se dedican a despellejar al prójimo. Martínez no es de esos. Y hace bien. A él basta con su casa y su trabajo, sus entrenos sus partidos, para ser feliz, contento con suerte. No es ambicioso, ni aspira a quitarle nadie el puesto. Su mayor satisfacción es del deber cumplido; que al terminar un partido, ya ganado, ya perdido, la gente diga: "Martínez ha hecho lo que debía". Conciencia, como veis, de trabajador, de trabajador el fútbol.

JUAN FONTANET.

Datos biográficos

Martínez visto por Pasarell

También Mariano Martínez, como Samitier y tantos otros futbolistas más o menos renombrados, vino a este pícaro mundo en la barriada de Las Corts, viendo la luz primera el día 24 de Septiembre del año 1899. Cuenta, pues, Martínez, sus 26 años bien cumplidos... Detallar los comienzos futbolísticos de nuestro biografiado no es empresa preñada de dificultades, sino todo lo contrario. Martínez, como todos o casi todos, sintió de pequeño deseos irresistibles de jugar a futbol, de practicarlo. Por nada ni por nadie se avenía a privarse del que era su mayor placer, su ilusión mayor.
Martínez quería ser delantero centro. Y en este puesto allá por el año 1912 jugaba va en el infantil del "New Catalonia". Este equipo, que por aquel entonces hizo furor entre los de su clase y de cuyos componentes, excepción hecha de Martínez apenas si ninguno logró sobresalir, este infantil, digo, ganó en la temporada 1913-14 un concurso en el que tomaron parte todos lo primeros equipos infantiles de los clubs de la época. Pasado, algún tiempo, la mayor parte de componentes del infantil "ascendieron" por sus propios méritos al tercer equipo del "Catalonia" y cuando este Club vió menguar la potencialidad de su primer equipo por separarse de sus filas algunos de sus mejores elementos, tuvo necesidad de alinear alguno que otro de los pequeños, que le seguían fieles, y entre ellos estaba Martínez, que ocupó el puesto de exterior derecho en los partidos correspondientes a la Copa "Catalunya Sportiva", de larga duración y cuya final jugaron el "Europa" y el "Centre d'Esports" de Sans, en el campo viejo del "Barcelona", ganando el primero, creemos que por 3-1.
En el citado Concurso, el equipo de Martínez tuvo un comienzo magnifico, pues batió por 9-0 al "Canigó", pero fué luego eliminado por 5-2 por el citado "Centre d'Esports", entonces uno de los más potentes equipos de la segunda categoría, vió aun mejorar su linea de ataque con el ingreso de nuestro biografiado, que pasó a ocupar el puesto de interior derecho.
En el "Sans" jugó Martines dos temporadas, ya en el grupo B, de la primera categoría. Más, de pronto, inesperadamente, con sorpresa casi general, Martínez dejó el futbol. Al contraer matrimonio debió considerar que más que en preocuparse en lanzar buenos centros, a él le interesaba concentrar su atención en su oficio de picapedrero. Y dejó el futbol. Pero ello fué tan solo temporalmente. La afición pudo más que su voluntad. Joven y animoso, Martínez sintió correr por sus venas una sangre bulliciosa y ardiente, rebelde a la vida sedentaria que se había querido imponer. Y volvió al palenque futbolístico en el año. 1920, formando parte del "once" del "Centre d'Esports", integrado en aquel entonces por Asensi, Altés, Moltó, Helbig, Piera, Barrachina, Martínez, Campius, Cuní, Vidal y Ribera. Y en este Club siguió hasta que en el año 1922, a últimos de mayo o primeros de junio, no recuerdo fijamente, se llevó a cabo la fusión de los dos clubs sansenses, el "Internacional", del grupo A y el "Centre d'Esports" del B, que dió vida a la hoy potente "Unió Esportiva de Sans". Fué entonces cuando Sancho volvió a defender los colores de sus primeros años, formándose un equipo de entre los mejores elementos de ambos clubs. Como se recordará, el primer equipo de la flamante "Unió" lo formaron Pedret, Solá, Moltó, Helbig, Sancho, Carulla, Martínez, Costa, Franch, Vidal y Oliveras. Y ahí está nuestro hombre firme en su puesto. Del primer equipo de la "Unió" formado en 1922, solo él, con Pedret y Oliveras, quedan. Los demás, unos buscaron mayor espacio para sus hazañas, otros fueron sustituídos porque los años no quisieron respetarlos... Por dos veces ha merecido Martínez el honor de ser seleccionado por nuestra Federación. Y ambas para salir al extranjero, de suplente en París, el primero de noviembre del año pasado y en Praga y Zurich los 7 y 11 del actual, habiendo jugado en este último la segunda parte.

J. F.